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Sobre la redención

Leteo y Eunoe


Si algo simboliza el agua en la literatura, además del río como tiempo, es la facultad de lavar el espíritu. Sin embargo, en la Divina Comedia, el agua también tiene una facultad positiva. Si el agua del Leteo sirve para olvidar el mal, la del Eunoe sirve para recordar el bien. Una se bebe al ingresar al purgatorio; la otra, antes de entrar al paraíso. Además, el agua del Eunoe solo funciona si antes se bebe la del Leteo, lo que sugiere que el bien solo puede transitarse cuando se ha renunciado al mal. También se expresa esto en términos del viaje: no se puede acceder al paraíso sin haber atravesado antes el infierno. Esto Dante lo sabe, lo sabe por Virgilio. Sin embargo, uno podría leer el paraíso sin haber leído las geografías anteriores, ¿pero qué lograría comprender? No hay atajos, aunque parezca que sí. Creer en los atajos es ya equivocarse en algo fundamental, la singularidad de cada instante. Estos símbolos tienen su espejo en la tierra —¿qué verso de Dante no tiene origen en este, nuestro mundo vivo?—, yo pensaba en Dostoievski, en cierta escena de Crimen y castigo, ya llegando al final, o pasando la mitad de la novela, donde Raskolnikov confiesa su crimen a Sonia. Si yo tuviera que valerme apenas de mi memoria, diría que Sonia le dijo lo siguiente: “¡Pobre hombre! ¿No ves que sos el más miserable de los hombres? Nadie en el mundo necesita un gesto de amor más que vos.” Pero como tengo la novela a mano, voy a citar textual lo que le dijo Sonia:


“—¡No hay en el mundo ningún hombre tan desgraciado como tú!

Y prorrumpió en sollozos. 

Un sentimiento ya olvidado se apoderó del alma de Raskolnikof.”


Sonia y Raskolnikov, representación teatral

Se necesita de un amor muy grande para compadecerse de un asesino, un amor que en este mundo no suele expresarse con frecuencia. Sonia era esa mujer capaz de absolver cualquier culpa, sin que medie Dios, solo ella y sus ojos redentores, humanos, unos de los más humanos que dio la literatura. Sonia, sin purgatorio, en una habitación oscura, húmeda y pobre, sin vehemencia, llena de dignidad, fue el Leteo y el Eunoe, el olvido y el recuerdo, fue un puente divino en el medio de Rusia. ¿Por qué Sonia? Bueno, creo que por pureza. Un hombre como Raskolnikov (Como Dante, por qué no), expuesto a las ideas, expuesto a la vanidad del conocimiento, ¿no es esperable que erren el camino? ¿no es esperable que en algún momento les seduzca tomar el lugar de Dios y decidir por encima de él, como si no hubiera consecuencias? Es esperable, sí, debido a su entendimiento, debido a su pasión. Pero personas como Sonia, como Beatriz, gozan de un entendimiento todavía más puro, no necesitan conocer el mal para saber que uno solo es el camino, les basta intuir esa verdad. Por eso su entendimiento es quizá más claro, más puro que el de los otros, los que necesitan la constancia del error para ver con claridad. Y otra cosa: “Un sentimiento ya olvidado se apoderó del alma de Raskolnikof.” ¿No hay ahí un eco del Eunoe? ¿Pero en qué momento, siguiendo esa lógica, bebió Raskolnikov del Leteo? Arriesgo que fue en el momento que decidió confesar a Sonia su crimen. Esa decisión es la renuncia, la voluntad de olvidar la senda mala. Ahora, si Dante se purgó en esa confesión, ¿por qué el presidio? Eso es lo más sencillo, el tiempo de la tierra es otro tiempo; sucesivo, sirve a la justicia de los hombres, el presidio no es equivalente al purgatorio, aunque puedan parecerse. El hombre va a la cárcel por su deuda con los hombres, Dios no se mete en esas cosas. En el purgatorio el hombre paga aunque se haya arrepentido previa muerte. El tiempo se siente fundamental en ambas obras, todo debe ser trabajado. Es cierto, para fundar un carácter nuevo es necesario ejercitarlo, darle validez a base de tiempo, de costumbre. Esa lógica no explica el infierno, donde no hay posibilidad de redención. Solo el arrepentimiento en la tierra permite acceder al purgatorio. Quien sabe por qué.

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