Entrevista realizada por Elizabeth Mendoza (@lizmbmc), Redactora Adjunta de La Sociocultural.
Descubrí a Lucas gracias al algoritmo y conecté con su trabajo desde el primer momento. Vi un niño montado en un ave, una niña con el corazón encendido y un árbol que brotaba de su interior, alguna vez me topé con versos de Rumi. Su obra entreteje la capacidad de soñar, la interioridad, la ternura y la poesía. Palabra e imagen se suman para brindar un respiro en cada una de sus ilustraciones y animaciones. Su obra habla desde esa poesía que va más allá del poema, reflejando una visión de la vida, una estética que apuesta por lo cotidiano y lo fantástico. Lucas Lopes nos cuenta sobre él y su trabajo como ilustrador de libros, creador de murales en bibliotecas y otros espacios donde conviven diferentes expresiones artísticas.
Elizabeth: Me gustaría saber, ¿quién eres? Cuéntanos sobre ti, tu trayectoria.
Lucas: Mi nombre es Lucas y soy de Brasil. Vivo en Buenos Aires, Argentina, desde hace un año. Dibujo desde muy niño; mi mamá me dijo que dibujé antes de aprender a hablar, así que es algo que me acompaña desde muy pequeño. Me formé en la ciudad de Uberlândia, Minas Gerais, Brasil, y después me mudé a São Paulo. Mi idea inicial era hacer un máster en São Paulo, pero cuando llegué a la ciudad muchas cosas cambiaron y tomé el camino de la educación artística, trabajando diez años como maestro de pintura y dibujo en una correccional para jóvenes. Después me cambié a otro centro cultural en la periferia de São Paulo; aprendí un montón con ese nuevo universo porque soy de una ciudad chica que no conoce una periferia tan grande. Eso me ayudó a crear una mirada para lo cotidiano y para ver otras realidades.
Paralelo a eso, continué mi trabajo como artista, produciendo y creando, así que volví a dibujar. Había estudiado en la facultad de artes visuales y, en un momento, paré de dibujar porque algunos profesores me habían dicho que mi dibujo no era muy conceptual, y yo venía de una academia muy conceptual, así que mi trabajo dejó de existir en este espacio y me enfoqué en fotografía y vídeo. Me especialicé en esta área y ahora tiene mucho sentido, porque las herramientas de video y foto me ayudan a presentar mis dibujos y lo que hago hoy.
Cuando llegué a São Paulo, junto a las clases, volví a dibujar y a pintar con acuarela. Nunca hice un curso específico de acuarela, pero siempre me gustó su transparencia y sutileza. Poco a poco me fui desarrollando como ilustrador y empecé a dibujar libros, primero artesanales junto a una amiga que escribía, después para algunas editoriales de Brasil, y finalmente me invitaron a pintar en galerías y murales para bibliotecas y escuelas. Así mi trabajo como artista visual se fue consolidando. Más tarde llegué a una escuela de iniciación artística para niños; había profesores de danza, teatro, música y también artes visuales. Fue un momento de aprendizaje muy grande junto a otros lenguajes artísticos que empezaron a dialogar con mi proceso artístico en las imágenes.
Este es el segundo año que no estoy en esta escuela porque me mudé a Argentina. Acá me estoy enfocando totalmente al arte visual y la ilustración. Una de las cosas en que estoy invirtiendo más energía es consolidar un proyecto de arte, una estética y una manera de pensar el mundo a partir de mis dibujos. Estoy más enfocado en la ilustración de libros; específicamente trabajo con intervenciones y pinturas para espacios en las paredes y también con objetos para teatro, danza, circo y para otros grupos de arte. También empecé a trabajar más con pequeñas animaciones. Me encanta ver el movimiento de mis dibujos. Una de las cosas que estoy haciendo en Argentina para conectarme con la ciudad y con las personas es un taller de cerámica. Estoy muy apasionado con esta técnica y estoy empezando a crear algunas piezas.
E: Me llamó la atención que comentaras sobre la mirada de la periferia. Me gusta esta idea porque se ve distinto desde el centro y desde la periferia. ¿Qué aportó la periferia a tu mirada?
L: Recuerdo mucho que al inicio tenía una imagen muy romántica e ingenua de mi ciudad, de que una persona puede lograr todo aquello que sueña porque tiene un hogar propio y puede crear su camino. Cuando llegué allá percibí que no, que las condiciones y las posibilidades que tuve en mi ciudad no las tienen las personas de São Paulo, como una familia, una escuela, una manera de soñar. Cuando llegué a la periferia percibí que mi mundo no era el mismo que el de los demás. Por un tiempo me silencié y empecé a escuchar, intentar entender otros caminos y elecciones de vida, a cuestionarme si todas las cosas que hacemos son porque queremos hacerlas e intencionalmente elegimos. Allá percibí que no, que el espacio colabora para que yo haga o piense de tal manera; o que no piense o no haga de esta otra porque no tengo este repertorio, esta posibilidad tan cercana a mí.
Recuerdo que una de las cosas que empecé a tratar en mis clases era mostrar a los chicos dónde estaban en el mapa porque no tenían idea de lo que era una periferia, de que había un centro, de que las personas y la vida en cada lugar eran distintas. Cuando salíamos de la periferia para conocer un museo o una galería en el centro era siempre un gran evento, muchas veces era la primera vez que conocían otro lugar, incluso sus mamás nunca habían salido aunque solamente debieran tomar un tren para llegar. Todo esto generó una manera de pensar el mundo y de empatizar con las distintas realidades y elecciones que las personas hacen de una manera más amplia y contenedora.
E: Todo artista, toda persona, tenemos nuestros referentes, influencias o artistas que nos gustan. ¿Quiénes consideras tus referentes o influencias?
L: Todos los libros infantiles siempre fueron muy especiales para mí. Mi mamá trabaja limpiando una escuela en Uberlândia y cuando era muy chico no tenía con quien dejarme, así que me llevaba y yo me quedaba en la biblioteca. Aprendí a leer allí. Este universo de mi niñez y este primer contacto con tantos libros durante tanto tiempo fue mi referencia de cómo mirar el mundo, desde este lugar donde la palabra y la imagen pueden presentar cosas visibles e invisibles. Tengo muchas referencias de libros y artistas que trabajan con el lenguaje del libro infantil.
Desde muy niño, me gustaba Van Gogh, un clásico, porque tenía esa idea de un cielo con estrellas; las imágenes de sus pinturas siempre me llenaban. También un cuadro en específico de Pablo Picasso, El arlequín, una pintura inacabada de un niño, destaca la presencia de una tercera pierna dibujada con trazos. Recuerdo la sensación de extrañeza que tuve cuando lo vi por primera vez. Esto me encantó: una obra inacabada de un gran artista. Me apasionó mucho; era una referencia de que se puede ser incompleto, que se pueden también mostrar los errores, las dudas, los bocetos.
La literatura y la música de Brasil son grandes inspiraciones, en especial Caetano Veloso, un gran poeta y músico. También García Márquez y el realismo mágico de Latinoamérica. Me parece increíble su forma de mirar la realidad y junto a ella, crear otras posibilidades que salten y abran espacio dentro de la misma, pues muchas veces se la presenta como algo rígido o sólido, donde es imposible crear, y el realismo mágico me parece que rompe y dice: sí, esto es, esto no existe, pero puedo crearlo en este lugar. Gabriel García Márquez fue una de las personas que me hizo ver eso con más intensidad.
Tengo una referencia más cercana, que es una profesora que se llama Bia Machado, una académica estudiosa del mundo medieval. Tengo siete años estudiando con ella la poesía mística, el universo medieval, el Oriente medio. Me encanta este universo y la capacidad de transmitir enseñanzas y realidades que me alimentan y colaboran para la construcción de un mundo mejor.
E: Hay muchas cosas maravillosas en la Edad Media, a pesar de que se la vea como era de oscuridad: la iconografía, los bestiarios… Ahora que mencionabas la poesía mística, es algo que se puede ver mucho en tu trabajo, unir la poesía con lo visual. La poesía lleva imágenes a las palabras. ¿Cómo relacionas la poesía y lo plástico.
L: Hay algunas cosas de mi producción artística que no son elecciones, sino que suceden durante el proceso. Me parece que muchas veces pensamos que la palabra nombra algo y lo encierra, como algo fijo y rígido, pero para mí no. Cuando tengo una imagen, ésta dice muchas cosas, se la puede leer como leemos el mundo todo el tiempo. A veces las palabras juntas pueden abrir a otras lecturas, y esas lecturas no se realizan únicamente mediante la palabra o la imagen, abren más allá de lo que se está leyendo e interpretando, me parece interesante cuestionar y encontrar elementos para leer las cosas desde otro lugar. Digo que no es una elección, porque un tiempo quise no dibujar, o no escribir en mis trabajos porque creía que esto no era tan profesional; pero después me dije: bueno esto es lo que yo hago.
Me permití no juzgar tanto y ser más gentil con mi propia creación. Muchas veces el mismo trabajo me dice acá debe haber una palabra, acá debe ir un dibujo junto a esta frase. Estas cosas suceden cuando van naciendo y me parecen más valiosas porque reflejan mucho más lo que estoy intentando transmitir. Clarice Lispector decía: no se hace una frase, la frase nace. Esta idea de dejar nacer las cosas es algo presente en mi trabajo, no hago las palabras, creo que ellas nacen junto a los dibujos así que no es algo sobre lo que tenga mucho dominio, mis trabajos se crían solos, yo estoy allí para presenciar lo que sucede.
E: Leyendo a Rilke me resonó muchísimo algo que dice: todo es gestar y parir. Así es el arte, se gesta en un proceso y luego se da a luz, me gustó cómo lo expresaste.
L: Sí, y esto trato de transmitir en mis clases, hay que crear de manera que se pueda dejar nacer. En el mundo pedagógico existe la idea de que hay recetas de cómo deben salir las cosas, y muchas veces las obras salen, se crean, pero no están conectadas con algo que estaba dentro, se hacen de manera más automatizada, controlada, con mucho intelecto y racionalizando. Me parece más importante la traducción de lo qué está pasando dentro de mí para un trabajo, no sé si un valor estético-artístico, pero sí un valor para la persona que está dejándolo nacer.
E: Un poco ya lo hablaste, pero si tuvieras que resumir cuál es tu mirada sobre la realidad para traducirla en tu obra artística ¿qué sería lo que más resaltarías?
L: Hay una cosa que he estado pensando en estos días: estamos en un momento muy pesado y violento. A veces, el mundo de la información que llega en tiempo real me parece mucho más fuerte que yo. No estamos logrando descansar. Por ejemplo, me cuesta mucho parar y estar sin hacer nada. Ahora estoy mucho mejor con eso, pero durante la pandemia y mi vida en São Paulo tenía muchas cosas qué hacer todo el tiempo. Me parece importante el silencio, la pausa, un estado más contemplativo para que se puedan gestar cosas. Me parece que el mundo no está abriendo espacio para que las personas hagan eso; todo el tiempo se está hablando e informando. Mi mirada está puesta en que mi trabajo sea una oportunidad de respirar, una posibilidad de decir: ¡Ah, ahora puedes soñar! Ahora puedes pausar un poco y mirar dentro de ti mismo. Mi trabajo está apuntando hacia este lugar, que es un lugar en el que creo y que me sirve; espero que también sirva a los demás.
E: Leí hace poco una entrevista a Pablo d’Ors que decía que el arte se ha enamorado de la oscuridad. Creo que es necesario que se aborden temas como la violencia, la crudeza, el arte de protesta. Hay literatura que te hace sufrir y es necesario para elaborar, comprender o denunciar esa realidad, pero no debería haber un monopolio de los temas; se puede crear también desde otro lugar. Percibo mucha luz en tu obra, no solo en los colores o en las transparencias de la acuarela, sino en lo que se capta de fondo, esto que acabas de decir, que permita soñar. Me gustaría saber qué piensas de estas ideas.
L: Me parece muy contemporánea la idea de dividir las cosas. Estamos en un mundo muy fraccionado y dualista: una cosa es una cosa y no puede ser otra; esto es luz, esto es oscuro; la naturaleza no es así, todo está mezclado. Cada vez que estamos en un extremo dejamos de contemplar el todo, el universo de las cosas, y me parece que mi trabajo apunta para este lugar del sueño.
No me gustaría ser solo una fuente de información en Instagram o en las redes sociales de algo que no está bien. No se trata de negar lo que está mal. Sin embargo, es muy importante que tengamos conciencia y podamos trabajar para que las cosas mejoren para todos. Imagino que la imagen y las palabras son alimento, así como el almuerzo y el desayuno; la imagen, la literatura y la poesía pueden fortalecernos para enfrentar el miedo, el miedo de vivir, el miedo a una guerra, el miedo a que el hambre pueda llegar a nuestra casa. La poesía puede apuntar a otras maneras de estar fuerte. Pero si alguna desgracia sucede, quiero encontrarme fuerte para buscar maneras de solucionarlo. Mi idea es crear un trabajo que, más que claro-oscuro, sea un alimento saludable para quien se encuentre con él.
E: En una entrevista que te hicieron hablas sobre la niñez, la ternura y que llamaba la atención el estilo de tu trabajo siendo hombre. No es común hablar de ternura en el arte. Me gustaría que profundizaras esta idea y cómo crees que podemos acercarnos desde la mirada asociada a la niñez y a lo femenino.
L: Un día estaba en la periferia de São Paulo trabajando y viajaba en tren. Allí veía a los trabajadores que se despiertan muy temprano. No había niños, solo trabajadores adultos y viejos. Esa mañana los miré y, por un momento, pensé: todos acá ya fueron niños. Es algo que a veces olvidamos en el día a día, que la persona con quien estoy charlando fue una niña que jugó, que tuvo un juguete que le gustaba mucho, que aprendió a hablar, cometió errores y lloró. El mundo pareciera exigir de nosotros perfección; una manera de hablar y de ser siempre correcto, sin poder errar, dudar. La niñez está más protegida en este sentido. Yo puedo cometer errores, puedo dudar, puedo no saber e intentar aprender algo nuevo.
La idea de un tiempo lineal me parece un poco abrumadora, no me parece que la infancia sea algo que estuvo en un punto de mi vida y no sucede más. Hay un universo en la infancia y me parece muy importante que lo llevemos en la vida adulta: permitirnos aprender como un niño, hablar cosas nuevas como un niño, hacer un curso de natación o de dibujo, está bien no saber nada sobre algo y aprender. En aquella entrevista dije específicamente sobre el hombre porque el machismo creó la idea de un hombre que no puede llorar, que no puede ser tierno, amable, que debe ser fuerte y seguro, mandar y señalar caminos. Me parece que eso no es humano y si alguien logra eso es con mucho sufrimiento, con pérdida de un cierto universo interior, porque imagino que dentro de nosotros hay todas las posibilidades de lo que seremos y soñamos.
Si alguien elige ser una sola cosa, cumplir reglas de alguien más, no es para mí; me gustan más las personas que pueden dar y que no están cumpliendo expectativas externas. La ternura tiene que ver con ser tiernos con el mundo, pero también con lo que sucede dentro de mí, con lo que siento y que muchas veces intento tapar o negar: esto no puede, esto acá no está bien. Esto no significa que si ahora estoy triste y tengo ganas de llorar, voy a tirarme al suelo y patalear como un niño, pero sí voy a contener ese sufrimiento, y está bien que sea así. Son herramientas para equilibrar.
E: Me parece que en cierto tipo de arte contemporáneo no hay espacio para esto. ¿Qué piensas?
L: Me gusta poner algo y crear muchas interpretaciones. Me parece que hay un control de lo que puede suceder en esta lectura que empobrece las posibilidades y la ternura es algo que no está en mucho de lo que veo, claro.
E: Lo que solemos ver en los museos de arte contemporáneo es muy conceptual y parece que si no disfrutas de ese arte no eres lo suficientemente «culto». A veces pienso que se puede caer fácilmente en el esnobismo, se vuelve algo para un público muy reducido. Pero ésta es sólo una impresión, ¿qué piensas de esto?
L: Me gustan mucho algunos trabajos muy conceptuales. Lo que me parece es que ahora tendemos, más que nunca, a buscar una receta de cómo hacer todo, de cómo danzar, de cómo hacer tal o cual cosa. Me busco, por ejemplo, un vídeo de TikTok donde me van a enseñar cómo danzar tal música; se buscan recetas de cómo pensar. Entonces estamos llenos de recetas, de lo que otros están diciendo sobre lo que hacemos o podemos ser, y muchas veces una manera más auténtica de estar en el mundo se pierde.
E: Algo que valoro mucho en un artista y en cualquier persona, es la honestidad intelectual y artística. Cuando hay honestidad uno también lo percibe como lector, como espectador.
L: Sí, esto es un asunto muy delicado porque, en este momento, separamos muchas cosas, incluso el sentimiento del pensamiento. Entonces, hay personas que están muy involucradas con el mundo del pensamiento y de la intelectualidad y que no les gusta algo que sea muy emocional o sentimental. Y al revés también, es verdad. Me parece que si elegimos solo un punto, olvidamos la otra parte. Me gusta mucho como lo has dicho vos: buscar la honestidad con las cosas. Y creo que ser honesto es una manera de ser íntegro con todo aquello que cargo dentro de mí, que es una mezcla de intelectualidad con sentimiento y muchas cosas más.
E: Al principio decías que habías trabajado con jóvenes en la cárcel. Soy una convencida de que de que el arte puede ser una vía de salvación o un recurso para llegar a lo más profundo de la persona, pero claro, hay quien lo ve como una idea romántica. Me tocó trabajar un tiempo con niños con situaciones muy difíciles de violencia. En México decimos que la música amansa, y veía que en las clases de música y en arte los niños se transformaban, sacaban la mejor parte de sí, incluso algunos muy violentos. En esas clases podíamos acceder a un lugar de ellos distinto. Me gustaría que nos compartieras un poco esta experiencia, si pudiste experimentar el poder transformador del arte.
L: Pasaron muchas cosas ahí. Ahora, con tu pregunta, creo que puedo entender mejor lo que me gustaría decir, que es una de las cosas que yo pensaba en mi mundo de antes. Pensaba que había una manera mejor de vivir y otra que no me gustaba mucho. Encontré un mundo muy ruidoso y con muchas cosas aconteciendo. Me gusta, por ejemplo, un ambiente tranquilo con todos dibujando, y allá no ocurría eso. Vi que en este caso no era una cosa mejor que la otra, vi que si todos los alumnos de mi clase querían gritar y danzar, hacer fiesta con mucha fuerza, está bien; era una posibilidad y qué bueno que era así. Aprendí a manejar mi manera de percibir el contexto y también participar de él con las cosas que son de ese contexto.
Me parece que mi trabajo era también presentar otras alternativas, no para decir que eran mejores, sino para proponerlas, decir: mira, también hay esta posibilidad, hay momentos de pausar para crear algo que sea más introspectivo. Fue un aprendizaje mutuo. Una de las cosas que más percibí y con la que estoy muy de acuerdo, es que el arte tiene una función muy importante para la vida de las personas. Incluso creo que fue Foucault, quien en una charla, habló sobre cómo separamos el arte de la vida y que hay una división en esto que es terrible.
Sucedió que el arte, en algún momento, dejó de ser una manera de vivir en el mundo y pasó a ser una manera de crear para algunas personas en algunos lugares. Cuando rompemos esta idea de que no es solo para algunos ni es solo para ciertas ocasiones de la vida, sino una manera de vivir y no está separado de la vida, sino que es la vida.El arte abre, y yo no voy a salvar a una persona con arte, voy a crear espacios para que el arte pueda hacer su trabajo con la persona. Y ahí sí me aparecía algo que era precioso; por ejemplo, en la cárcel, a los chicos les gustaban crear trabajos de pintura para regalar a sus madres en el Día de las Madres. Tenía allí un trabajo que para mí era nuevo. Pensaba: este chico entonces no quiere dibujar, quiere hacer algo para su madre. Por un momento pensé que tenían que aprender a dibujar y expresarse. Tuve que abrirme a otra manera y darme cuenta de que hacer algo para sus mamás era óptimo en ese momento. Traté de conectar con ellos para entender qué querían hacer en vez de decirles qué hacer, percibir su punto de vista y respetarlo, crear condiciones para que estas cosas sucedan, que de a poco ellos pudieran crear un regalo y de alguna manera estar dos minutos tranquilos, pintando. Me parece que descubrí otra manera de acompañar, estar allí para presentar posibilidades y repertorio, pero respetando los tiempos y los procesos.
E: En varias ocasiones has mencionado que te gusta el silencio, este respiro. Como artista percibo en ti una mirada contemplativa; habrá personas que puedan crear con un ambiente de ruido, hay diferentes maneras de aproximarse, ¿cómo vives tú este aspecto de la contemplación y cómo crees que puede hablarse de ella en el mundo de la imagen?
L:Terminé de dar un curso llamado Para guardar la luz del verano. Era una idea poética para buscar en la memoria, en lo cotidiano, cosas que pueden llenar y alimentar para crear artísticamente a partir de esto. Estudié por un tiempo e intenté mirar más. ¿Para qué? ¿Qué es esto que hablo sobre la contemplación? Hay dos ideas muy importantes para mí: la atención y la distracción.
El mundo hoy está muy hecho para que se preste atención a determinadas cosas y que sea distraído en algunos momentos que interesan al mercado. Instagram quiere que me distraiga allí tres horas sin percibir el tiempo y que esté atento a las cosas que me gustan, para desearlas, consumirlas, comprarlas y así construir toda una idea de mercado basada en mi atención y mi distracción. Entonces, una parte de la atención trata de crear un ambiente de trabajo que sea más productivo para el mercado, que haya trabajadores más atentos; hay una administración que dice: no es bueno tener personas distraídas. Se crea una nueva dicotomía, una nueva polaridad.
La distracción es tan importante como la atención, y estar distraído me parece que puede ser un momento de contemplar un vacío. ¿Qué pasa en el mundo de ahora? Me parece que es un juego de fuerzas de atención y distracción, que está condicionada por un ambiente externo: por un celular, por un programa, un periódico, una televisión. Si lo que hago naturalmente, en este momento, me permite estar en contacto conmigo, con las personas y con el espacio, me parece saludable. Hay algo en el mundo contemporáneo que parece nos aleja de nosotros y de las personas, de las palabras, porque tenemos un lenguaje cada vez más reducido. Estamos hablando menos, con menos palabras, empobreciéndonos como hablantes; estamos utilizando emojis para expresar muchas cosas. Atento y distraído, pero conectado conmigo mismo, para mí es la clave.
Una vez vi una charla TED de un mago de Portugal: Sé mágico. Él estaba hablando sobre la importancia de la distracción para el mundo de la magia, porque es en la distracción del espectador que sucede la magia, cuando él saca una carta. Es en la distracción que está la magia de poder sorprenderse, de estar en la calle y mirar, de repente, cuando se está distraído, que pasó un pájaro colorido y surja el asombro. Pienso en estas ideas cuando hablo de contemplación. Tal vez la contemplación sea estar en el centro de uno mismo y ahí poder elegir si ahora voy a estar atento o distraído, sin tanta fuerza del mundo externo que nos está siempre diciendo lo que debemos hacer o pensar.
Hay una investigación de una universidad que dice que por día recibimos la información que sería equivalente a ciento setenta periódicos. Es mucha información para un ser humano y muchas veces esto nos ahoga y desconecta. Me parece que estar distraído, en este sentido, para poder mirar una planta está buenísimo.
E: Antes de cerrar ¿hay algo más que te gustaría que sepan los que nos van a leer?
L: Bueno, una de las cosas que me gustó mucho fue esta charla, esta invitación. Agradezco tu generosidad y ponerme en contacto con personas que perciben de una manera tan sensible mi mundo y lo comparten; creo que estamos hablando desde un mismo lugar entonces muchas gracias. Sobre las referencias, una de las que me olvidé y es uno de los que más leo en este momento se llama Idries Shah, me gusta mucho leerlo. Y bueno, creo que una entrevista se hace mucho por la persona que se va a entrevistar y las respuestas que ella va a dar a la entrevista, pero ahora, hacia el final me parece que una entrevista también se hace de preguntas y de cuáles son las preguntas.
Me gustó mucho tu manera sensible y linda de cómo elegir y poner estas preguntas. Ítalo Calvino, que también es una de mis referencias, en el libro de Las ciudades invisibles, cuando Marco Polo está hablando con Kublai Kan, el emperador, sobre las ciudades se plantea que una ciudad no es solo para responder a nuestras preguntas, sino que también nos obliga a responder las preguntas que nosotros mismos nos hacemos. Estar acá contestando para vos también es una manera de responderme a mí mismo y te agradezco mucho por eso.
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